domingo, 18 de abril de 2010

CARMEN PALOMO EN ESMIRNA



Hola:

El sábado 10, en una edición muy especial de Esmirna, celebrada en el espacio CdO del Encuentro Madrid, tuvimos el encuentro con Carmen Palomo. Carmen es una poeta con voz propia y excelente imaginación, aún inédita, que valió la pena escuchar.

Tras nosotros rezaba el lema de esta edición del EM, perteneciente al gran T.S. Eliot: "Si los hombres no construyen, ¿cómo viviran?", que ciertamente nos lleva a reparar en el caracter de nuestra iniciativa, que mes tras mes, invitado tras invitado, y casi sin que nos demos cuenta, permite que se construya un lugar en el que comprobamos cómo nuestro horizonte creativo crece y se ensancha.



Os dejamos aquí unos cuantos poemas de la autora y os esperamos en la próxima.

Un abrazo.

Equipo Esmirna


Poemas de Carmen Palomo:


Tu figura descuella sobre las noches de mi infancia que amas ahora.
Las haces tuyas sangradas por mis ojos, más por los tuyos,
clarividencia en horas desteñidas.
Duérmete sobre todo
y este tiempo se hará legible,
piernas enredadas y dedos añejos su vocabulario,
su lámpara, galaxias que murieron en la primera edad.
Y no te vayas nunca
de este osario alumbrado,
de esta presa agrietada
que enferma por la evasión de cada día.
Y bésame, pon en tu beso la reducción del mundo a su promesa,
bésame, hijo del aire,
hijo de la condensación.
Que te escolte los labios toda la sal marina como polvo de gozo,
como ala amansada de una presencia elíptica.
Yo rastrillaré tu pecho, sus ojeras,
el tiempo y el espacio en que se curvan.
Mira, de mi celebración las hago centro,
de mi recreación las hago vaticinio.
Tu morada se asienta sobre párpados fijos de belleza innúmera,
sobre pestañas inmóviles hasta el frío total de las estrellas.
Ojos que no veis luz, que veis en ella,
ved para el foso cárstico de mis ojos fugados,
mirad en su favor,
sed vanguardia del alba para un campo de agujas sin flor ni fruto,
epicentro del sueño y de su resistencia.

(de La resistencia)


LAS RUINAS

Nuestro vivir es hoy como el resto de aquellos.
Sentencia inapelable.
Piedras
piedras contra nosotros
como un dedo de azufre.
Los testigos de entonces
- dioses, musas, hormigas-
han pagado su culpa en el asfalto.
Pero aún siguen ahí,
acusaciones mudas,
las estrellas,
las ruinas,
las memorias.
El olvido es un zumo de naranja
exprimido en la risa,
en la opulencia.
Más aún.
El odeón retumba todavía.
Los ladridos del hombre,
los ecos a oídos sordos.
Acusación mayor:
ahogada la tragedia, su luz,
el monumento.
La máscara es el rostro.
La pena capital está servida.
El pasado, sus ruinas
condenan nuestra herencia:
el legado de nada, el hombre en su cubículo.

(de La resistencia)




Me llamaron a ti
desde antes
de mí
desde después,
en un momento intacto
no situado aún en ningún mapa,
desde un punto de luz
que sólo entiende
el huracán siempre pendiente de sus cielos.
Más allá,
misterio.
Me arrodillo.
Víveme bien y no me dejes sola.
No me dejes, amor,
en las crestas del alba.

(de La resistencia)

Yo no habito en las cosas,
pero las reúno con mis manos
y asciendo con ellas
a las fauces del cielo.
Sólo allí viven todas.
Mi dolor fue abanico y pasto para ellas
y su materia, grabada a alcohol y miedo,
el lastre de mi amor y de mi asentimiento.
Tengo inscrita en mis labios la sonrisa
de esos seres extraños
que cosechan gusanos para la eternidad.

(de La resistencia)

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